Un niño de ocho años, pide a sus padres que le instalen una televisión
en la habitación. Su aceptación provocará un cambio radical en el chico,
que hasta entonces quería ser astronauta pero ahora, fascinado por la
espectacularidad de las imágenes de la guerra y la violencia, quiere ser
soldado. No solamente la televisión hace mella en él -telediarios,
documentales de animales…-, sino también los videojuegos o el ambiente
escolar.
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