Cuando Bazil era niño, su padre murió en el Sáhara a causa de una mina
antipersonas. Ahora de adulto, el pobre Bazil recibe un bala perdida que
se aloja en su cabeza, y para salvarle la vida, aunque sin saber cuándo
se puede morir, los médicos no se la extraen. Vagabundeando por las
calles, Bazil hace amistades con artistas callejeros que le aceptan como
uno más de la familia. Con su ayuda, tratará de vengarse de las
compañías armamentísticas, que se lucran a costa de las desgracias
ajenas, como las que ha sufrido Bazil.
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